domingo, 15 de febrero de 2009
El Rey Poeta
Acolmiztli Netzahuacóyotl nace en 1402, su nombre significa "brazo de león y coyote hambriento)". Hijo de Ixtlixóchitl, Señor de los chichimecas y de Matlacihuatzin, princesa mexica. Netzahualcóyotl es probablemente el monarca más distinguido del México Antiguo, sus ideas y forma de gobierno fueron de un humanismo notable y diferente a la ideología reinante. y muere en 1472 (años 1 conejo y 6 pedernal según la cuenta indígena). Ya sea porque le tocó vivir la época de mayor esplendor del reino tezcocano, o porque su descendiente Fernando de Alva Ixtlilxochitl relata muchos aspectos de la vida de este personaje en la historia Chichimeca, lo cierto es que Acolmiztli Netzahualcoyotl es el más conocido de todos los poetas del mundo prehispánico mesoamericano. Su biografía, novelesca en sí, es la siguiente: fueron sus padres Ixtlilxochitl el viejo, rey del señorío de Tezcoco y Matlalchihuatzin, hija de un noble de Tenochtitlan. Como correspondía a su origen recibió educación esmerada tanto de sus ayos, entre los que se cuenta el sabio Huitzilihuitzin, como de sus maestros en el calmecac de su reino. Cuando era un joven de 16 años su padre fue asesinado por los soldados de Tezozomoc de Azcapotzalco, rey tecpaneca, quien se apoderó de este modo del señorío tezcocano. Según el códice Xolotl, el príncipe, oculto en un árbol, presenció la muerte de su padre, y para que no corriera la misma suerte fue ayudado a escapar por Itzcoatl, su pariente por línea materna.
Durante años no tuvo una vida tranquila pues era buscado por los tecpanecas; sus tías las reinas de Tlaltelolco y Tenochtitlan, suplicaron a Tezozomoc le concediera la vida y le permitiera vivir libremente en la metrópoli azteca, en donde continuó su preparación intelectual y se relacionó con varios tlamatinimes y forjadores de cantos.
A la muerte de Tezozomoc, gracias a su sagacidad e inteligencia, logró que varios señores cuyos reinos colindaban con los de Tezcoco, se unieran a él y le ayudaran a recuperar el reino de su padre. Así, en 1430 reconquistó el señorío de Coatlinchan y tres años más tarde todo el reino tezcocano, gobernando allí hasta su muerte.
Una vez asentado en su reino, éste tuvo un florecimiento cultural inusitado: mandó construir palacios, templos, jardines botánicos y zoológicos y promulgó muchas leyes justas para su pueblo; él mismo dirigió la construcción de calzadas, acueductos y diques para la gran Tenochtitlan. En el aspecto religioso se apartó un tanto del politeísmo azteca y mostró preferencia por la idea de una divinidad genérica, mandando construir en Tezcoco un templo sin imagen alguna, precisamente frente al dedicado a Huitzilopochtli, símbolo del predominio azteca. Si ya lo dicho basta para ser considerado un rey sabio, falta aún lo que hizo con respecto a las ciencias humanísticas y las artes: se rodeó de las personas de su reino y reinos vecinos más célebres por ser poetas, filósofos y sabios de las tradiciones históricas y religiosas. Los palacios del rey tenían sitios especiales dedicados a la música y la poesía, y con frecuencia se organizaba en ellos concursos poéticos o reuniones donde se discutía algún tema filosófico. La única anécdota que enturbia la biografía de Netzahualcoyotl, pero a la vez la hace más novelesca, es la que se refiere a una traición por amor. Su azarosa vida hasta reconquistar el reino de su padre, no le había permitido el pensar en casarse y tener descendencia (los señores nahuatlacas podían tener varias concubinas, pero solo una esposa legítima), contentándose con dedicarse a la filosofía y la creación poética en unión de sus amigos, entre los que se encontraba Cuacuahtzin de Tepechpan, tributario del reino de Alculhuacan-Tezcoco. Cuacuahtzin había quedado prendado de la joven Azcalxochitzin, hija de Temictzin, a la que pidió en matrimonio; el padre accedió y la muchacha fue llevada al palacio de su prometido, pero éste decidió esperar a celebrar las nupcias por ser ella aún muy joven. Un día encontró caminando por sus tierras a Netzahualcoyotl a quien invitó a comer a su casa, y para darle mayor gusto a su invitado, ordenó que Azcalxochitzin les sirviera la comida. Al verla el rey se enamoró de la muchacha y aunque logró disimular su impresión, regresó a su reino con la idea fija de casarse con ella, dando órdenes a su gente de confianza de buscar la muerte del guerrero Cuacuahtzin. La mejor forma fue mandarle a la guerra, colocándole los generales en el sitio más peligroso de la batalla. Cuacuahtzin antes de salir a la lucha se dio cuenta de las intenciones del rey, y en una convivencia que tuvo recitó unos versos que recién había preparado, donde manifiesta su tristeza porque sabe que ya está destinado a morir por orden de quien él consideraba su amigo, pero acepta su destino.Netzahualcoyotl se casó con la bella Azcalxochitzin y tuvieron dos hijos; Tetzauhpitzintli fue el primogénito, ajusticiado por traición al reino y Netzahualpilli, que fue sucesor del trono y también pasó a lahistoria como poeta y constructor.
La fama de Netzahualcoyotl rebasó las fronteras territoriales de mesoamérica y sobre todo las del tiempo, si tomamos en cuenta que los poemas no eran escritos sino aprendidos de memoria, pues cien años después, establecidos ya los españoles en América, los cronistas, indígenas y sacerdotes principalmente, recogieron en la escritura alfabética muchos poemas del que fue llamado «el rey poeta», y también versos de otros compositores donde se le cita. Su fama fue tal que pronto se le atribuyeron decenas de poemas en varias colecciones que, al decir de los especialistas Angel María Garibay y Miguel León-Portilla, no corresponden ni a su época ni a su pensamiento náhuatl; pero existen más de 30 poemas de los que sí se puede afirmar su autenticidad.
Después de estudiar la cultura náhuatl y los poemas deNetzahualcoyotl , podemos hablar de su filosofía de la vida y de sus recurrencias temáticas en los siguientes términos: De origen Chichimeca, los tezcocanos recibieron notable influencia cultural de los toltecas, sobre todo en cuanto a la religión y filosofía; con este antecedente el sabioNetzahualcoyotl , que gustaba de discurrir sobre la vida del hombre, llegó a tener su propia concepción religiosa que no iba de acuerdo con la de sus parientes tenochcas, ni gustaba de los ritos con sacrificio humano. Él mismo se ocupó de la construcción de un templo sin imagen alguna, con una torre muy alta compuesta de varios cuerpos que simbolizan los pisos celestes, en honor del Tloque Nahuaque, «el dueño del cerca y del junto, el invisible como la noche e impalpable como el viento» (León-Portilla: Trece poetas, 60). Su mismo pensamiento filosófico le hizo componer poemas, como lo hicieron la mayoría de los poetas del mundo náhuatl, sobre los siguientes temas: la fugacidad del tiempo y de todo lo que existe, por lo tanto la llegada inevitable de la muerte y el misterio acerca de la existencia o no de otra vida (el más allá), el sentido de «flor y canto», la sobrevivencia de la poesía y tal vez del poeta a través de ella y la inferioridad del hombre ante el «dador de vida».
Centro de la Ciudad de México - Primera parte -
El Centro de la Ciudad de México, cuya riqueza monumental, historica y cultural lo distingue como uno de los más extarordinarios del mundo. Le llamamos así simplemente El Centro a esta zona de la ciudad porque en este lugar que era una pequeña isla, se encontró; según la leyenda mexica, el emblema -, una águla deborando una serpeinte -, para fundar un centro ceremonial simbolo del nacimento de una cultura y de la gran ciudad de Tenochtitlan. Fundada en 1325 en una zona lacuestre con cinco lagos. Este asentamiento fue sobre el agua con el sietema de chinampas como las que todavía perduran en Xochimilco, y durante los primeros años del siglo XVI se consolidó como la principal metrópoli de Mesoamérica.
En 1982, un trabajador de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro encontró una enorme piedra redonda con la escultura de la Coyohxauqui, lo que motivó el resurgimiento de los vestigios del templo principal de los aztecas dedicado a Huitzilopochtli y Tláloc. Basta caminar por el Templo Mayor y por su Museo adjunto para imaginar la grandeza de la ciudad que maravillara a Hernán Cortés y sus huestes, y dejara sin habla a Bernal Díaz del Castillo, como lo escribe en su Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España:
[...] y desde que vimos tantas ciudades y valles poblados en el agua y en la tierra firme y otras grandes poblaciones y aquella calzada tan derecha y por nivel como iba México, nos quedamos admirados y decíamos que parecía a las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís, por las grandes torres y edificios que tenían dentro del agua y todos de cal y canto y aun algunos de nuestros soldados decían que si aquello que veían si era entre sueños y no es de maravillar que yo escriba aquí de esta manera, porque hay mucho que ponderar en ello.
En 1521 Cortés conquistó México-Tenochtitlán, tras un cerco dramático y poco a poco la ciudad fue desecada para facilitar el paso de los caballos y la construcción de los palacios. Se conservaron las calzadas que daban acceso a la isla desde tierra firme. Algunos de sus canales, que perduraron en el trazo que se dio a la nueva ciudad donde las calzadas de Tenayuca, hoy Vallejo; Tlacopan, hoy México-Tacuba; Iztapalapa, hoy Tlalpan, y Tepeyac, hoy Calzada de los Misterios, eran testimonio de un pasado glorioso.
En los años posteriores a la Conquista, la ciudad se convirtió en un importante eje económico y el centro albergó mercados a los que la gente acudía a comprar los artículos que necesitaba. El más importante fue el de la plaza del Volador, frente a la Real Universidad de México. También fue construido El Parían, llamado así porque se parecía al mercado del mismo nombre en Manila, Filipinas, de donde procedía la mayor parte de las mercancías que ahí se vendían.
El primer fraccionamiento de la metrópoli tuvo su origen en el siglo xvi, cuando los conquistadores mantuvieron la división de la antigua México-Tenochtitlán en cuatro barrios que recibieron, antepuesto, nombre cristiano: San Juan Molotla, Santa María Tlaquechiucan, Sebastián Atzacoalco y San Pablo Teopan. Cada barrio tenía su templo y sus autoridades civiles y eclesiásticas. En la reconstrucción después de la Conquista, la ciudad también quedó dividida pero en dos: en el centro, se encontraba la parte española y, en la periferia, la indígena.
La ciudad de los conquistadores, sede del gobierno virreinal, funcionaba como una zona para la defensa de posibles levantamientos indígenas, y en ella se construyeron tanto residencias como edificios para la administración, que en 1629 sufrieron graves daños debido a la más grande inundación —el agua subió dos metros— que había padecido la ciudad desde el siglo XVI.
Con las piedras de los monumentos prehispánicos se edificaron muchos inmuebles como el Palacio Virreinal, el edificio más grande de la arquitectura colonial, que fue incendiado en 1692 durante un levantamiento popular, y tuvo que ser totalmente reconstruido con el nombre de Palacio Real. Después de la Independencia se denominó Palacio Nacional. En la Plaza Mayor, Hernán Cortés construyó un pequeño templo que con el correr del tiempo sufrió varias modificaciones hasta que fue demolido para edificar, siguiendo los planos del arquitecto Claudio de Arciniega, la Catedral Metropolitana. Esta magnífica construcción luce diferentes estilos arquitectónicos, debido a que en el transcurso de los años se le hicieron varios cambios. Su Altar de los Reyes es considerado una obra maestra del artista español Jerónimo de Balbás.
En la Plaza Mayor también fue construido el Antiguo Ayuntamiento, que en su inicio tenía, entre otros recintos, sala de acuerdos y de audiencia, capilla, sacristía y cárcel. Después se le añadieron una casa de moneda, fundición y carnicería, así como algunas habitaciones. Devastado por el fuego y el agua, el Antiguo Ayuntamiento fue reconstruido en el siglo xvm y modificado en el XIX y XX.
Al centro de aquella urbe, también fueron llegando los artesanos y comerciantes que se establecieron en las calles por especialidades: plateros, curtidores, talabarteros, sombrereros... De esta manera, durante el siglo XVI se inició la construcción de la Ciudad de México, que volvió a rehacerse en el siglo XVII a causa de su deterioro por las inundaciones y por algunos incendios. Sin embargo, fue hasta el siglo xvín cuando floreció la arquitectura colonial gracias al auge económico de sus habitantes, quienes realizaron grandes construcciones y reconstruyeron los edificios dañados.
De esa época datan los palacios privados, entre los que sobresalen la Casa de los Azulejos, de los Condes del Valle de Orizaba; la Casa de don José de la Borda, que ocupaba la manzana de Francisco I. Madero, Bolívar, 16 de Septiembre y Motolinía, y que fue dividida en diversas ocasiones para alojar comercios y empresas como el Salón Rojo y el Cine Rex o el ahora Museo Serfín; el magnífico Palacio de los Condes de Calimaya, que ahora ocupa el Museo de la Ciudad de México; el Palacio de Iturbide, antigua propiedad del marqués de Jaral de Berrio, ahora ocupado por Fomento Cultural Banamex; la casa de los condes de San Mateo de Valparaíso, en la esquina de Venustiano Carranza e Isabel la Católica, sede del Banco Nacional de México, y la casa de los condes de Heras y Soto, en República de Chile 8, donde se encuentran el Consejo del Centro Histórico, el Archivo Histórico de la Ciudad de México y el Fideicomiso de la Ciudad de México.
En el siglo xvni se construyó el Jardín Botánico de Palacio Nacional y el desagüe de la ciudad, así como algunas facultades de la Real Universidad de México por cuyas aulas pasaron escritores de la talla de Carlos de Sigüenza y Góngora y Juan Ruiz de Alarcón.
La universidad virreinal aparece en litografías y planos de los siglos xvi en la esquina de Seminario y Moneda, y en los del siglo xvn frente a la plaza del Volador, a un costado de Palacio Nacional. Al construirse el Conservatorio de Música y Declamación, el Palacio de Minería, la Escuela de Ingenieros, la Escuela de Jurisprudencia, la Escuela de Bellas Artes, la Escuela Preparatoria y la Escuela de Medicina (en lo que fuera el Palacio de la Inquisición), la Universidad comenzó a extenderse por el Centre Histórico, al grado que muy pronto comenzó a hablarse del "barrio universitario", que culminaría su expansión cuando la Secretaría de Educación Pública, en la segunda década del siglo xx, se instaló en lo que fuera el antiguo convento de La Encarnación (República de Argentina) y en la Antigua Aduana de la ciudad (República de Brasil).
(Contiunua...)
sábado, 14 de febrero de 2009
EL BARRIO DE SAN ÁNGEL
Atenantitlán, Tenantitlán o simplemente Tenanitla, como cariñosamente se le ha denominado siempre, no es sino el famosísimo y nunca bien ponderado “pueblo de San Ángel, cuyo significado es: “junto a la muralla de piedras” o “junto a las piedras grandes”, seguramente por su cercanía con el pedregal.
Este bello rincón colonial de la muy noble y leal ciudad de México carecía prácticamente de importancia antes de la conquista y sólo empieza a ser reconocido durante la colonia, cuando Hernán Cortés bautiza al indio Iztolinque como “don Juan el de Coyoacán” y le regala los terrenos correspondientes al lugar que nos ocupa.
Poco a poco se fueron construyendo villas que casi siempre eran de veraneo, ya que el viaje desde la ciudad era largo y fatigoso, cosa que lo hacía por demás interesante y de gran emoción pero, por ello mismo, no fue frecuente.
En el centro de San Ángel, a un costado de la casa del Risco, que fuera propiedad nada menos que de don Isidro Fabela, se encuentra todavía la residencia del obispo Lamadrid, a quien le tocó en suerte realizar en su tiempo la obra de construcción del pequeño y nada suntuoso Convento de San Jacinto, anterior al del Carmen y posterior al de San Juan Bautista de Coyoacán.
Buscando afanosamente en el rincón de mis recuerdos (crecí en ese bello lugar), descubrí que San Ángel cuenta con muchos sitios llenos de misterios y leyendas: la casa de los condes de Oplaca o “casa blanca”, la del mayorazgo de Fagoaga, ubicada en la “auténtica” calle de la Amargura; la ya mencionada casa del Risco, lugar de verbena semanal, debido a que cada ocho días se lleva a cabo el famoso “bazar del sábado”, donde se reúnen los más connotados artistas y artesanos de México, para vender sus obras de gran labor y belleza; la ex hacienda de Goycoechea, que hoy es el conocido restaurante San Ángel Inn; El Zacatito donde, según me cuentan, bajaban los arrieros y dejaban amarradas sus recuas de mulas y burros; la casa del Árbol, en el cruce entre Hidalgo y Juárez, frente a la también famosa casa de los Licenciados, que cuenta en la entrada con un siempre bien cuidado jardín y, en esa misma esquina, una majestuosa residencia que en alguna época fue el manicomio adonde las familias adineradas acostumbraban enviar hasta su recuperación a los parientes que tenías algún padecimiento (mientras que a sus amistades les decían que andaban por Europa...); la casa de la Dinamita; la de la Muerte; la de los Delfines, ignoro por qué; la de los Espantos, en la esquina formada por las calles Insurgentes y Avenida de La Paz, que por muchos años estuvo abandonada y actualmente alberga al Sanborns y La Carreta; en fin, un sinnúmero de edificaciones de una gran prestancia y tradición.
El Convento de San Jacinto fue construido pro la orden de los dominicos, quienes veneraban al Santo Angelo, mismo que desde entonces da nombre a la localidad. Tiempo después –nadie sabe cuando- se le cambia la advocación a San Jacinto y la gente del pueblo decide llamar a aquel lugar San Jacinto Tenanitla. Más adelante se construye muy cerca el Convento del Carmen, por la orden de los carmelitas descalzos. Cuentan que al ser terminado, un dama de la localidad, entusiasta benefactora de la edificación del mencionado convento, ardía en deseos de conocer por dentro el flamante lugar, pero no contaba con que en los reglamentos se estipulaba categóricamente que “nunca una mujer podría poner sus pies en el suelo de un desierto” (nombre que recibían los conventos en aquella época), hasta que a uno de los frailes se le ocurrió la peregrina idea de construir un palanquín y sobre él transportar a la dama, con lo cual se cumplió al pie de la letra lo establecido por el estatuto conventual.
Con el correr de los años, este recinto llegó a ser célebre, entre otras cosas por su huerta, generosamente irrigada por el río de la Magdalena, que baja de Contreras desde lo que hoy conocemos como los Dinamos, con sus dos bellas cascadas: Loreto y Tizapan, donde crecían todos los frutos imaginables que en ellas se sembraran.
En San Ángel se celebra anualmente y desde tiempos remotos la Feria de las Flores, cada mes de marzo, con la invariable participación de los mejores floristas de México. En la actualidad ya no se lleva a cabo en el jardín y plaza de San Jacinto, sino en el antiguo parque de la Bombilla donde se encuentra el monumento a Obregón. Recuerdo que siempre ganaban las orquídeas del señor Matsumoto, un verdadero agasajo para los ojos de quienes tenían el placer de contemplarlas. Lamentablemente, con el tiempo esa bella tradición ha desaparecido y con ella la regia forma de clausurarla, que era el impactante “jueves de las amapolas”: desde lo alto del coro de la iglesia del Convento del Carmen, dejaban caer un sinfín de pétalos de amapolas que, con sus más diversos colores, semejaban una cascada multicolor interminable. Para regocijo de las personas enamoradas del lugar, algunas tradiciones han resurgido y esta vez espero que para no desaparecer jamás.
En la misma plaza de San Jacinto existe una placa conmemorativa dedicada al heroico Batallón de San Patricio, un grupo de irlandeses que vino a luchar junto a los estadounidenses y en contra de los mexicanos: pero acabaron combatiendo a los “gringos” al comprender y simpatizar con la justa causa de nuestro pueblo. Fueron capturados y ejecutados allí. Asimismo, se habla de una memorable batalla librada en esos lares que fueron férreamente defendidos por el general Frontera –a quien se le dedicó una calle en esta villa--, mientras que en una loma cercana, ese extraño personaje que fue don Antonio López de Santa Anna contemplaba la escena sin intentar siquiera intervenir.
San Ángel ha sido repetidamente utilizado como set cinematográfico y en él se han filmado toda clase de películas, en las que han participado desde simples extras hasta las más grandes glorias del cine nacional: Pedro Infante, Jorge Negrete, Pedro Armendáriz, Sara García, Silvia Pinal, los hermanos Soler, Joaquín Pardave, Mauricio Garcés, Enrique Rocha, María Félix y otros.
Todo en San Ángel invita al ensueño del redescubrimiento, ya que existen bucólicos rincones de gran belleza colonial, así como atracciones de todo tipo: las momias del interior del Convento del Carmen, la Ermita del Secreto en la calle del mismo nombre, los vistosos puentes que aún quedan en la que fuera calle del Río Magdalena, así como hermosas plazoletas y jardines con fuentes y flores multicolores.
En aquella época de mi niñez y juventud, en un radio de tres cuadras a la redonda encontrábamos de todo; desde ropa y artículos para bebé hasta funerarias con panteón; también mercados, escuelas, fábricas de papel, estaciones de tranvía, la famosa tienda de abarrotes llamada La Camelia (en la actualidad es un concurrido restaurante de mariscos), sitios de taxi, además de tianguis y fondas.
Había también varia salas de exhibición cinematográfica que creo ya no existen, excepto el vetusto inmueble que alguna vez albergara al siempre bien recordado cine Ideal (o “Piojito” o “Cinco Letras”, si es que usted lo conoció y pudo disfrutar de las grandiosas producciones que allí se pasaron). Y qué decir de los billares, en los que todos los compañeros de la Prepa conocimos los increíbles secretos del denominado “juego de príncipes”.
No puedo dejar de nombrar a don Crispín, último sobreviviente de los boleros de antes, quien desde hace 55 años cumple fielmente con su diaria labor. Con mucho orgullo dice quien lo inquiere que “sólo desea seguir sirviendo a los parroquianos, un poquito más”.
BUENO, PERO ¿Y DONDE ESTA SAN ANGEL?
Obviamente, quienes fundaron el pueblo veneraban al santo Ángelo. Incluso en un papel explicativo obtenido en la oficina de la iglesia se lee que fue dedicada a ese mártir. Pero, ¿quién fue?, ¿dónde se le veneró?, ¿dónde se encuentra actualmente?
Acudí en primera instancia a la iglesia de San Jacinto, donde supuse que podría obtener alguna información al respecto; más tarde seguí mi búsqueda en la biblioteca. Solamente encontré que se celebra el 10de octubre y que es, al parecer, “uno de los 318 mártires de Colonia” o “uno de los franciscanos mártires de Ceuta”. Según elMás antiguo calendario de Galvány elGran diccionario enciclopédico visual, San Ángel fue un religioso carmelita, mártir en Sicilia (1185-1220). He continuado mi labor de búsqueda sin que hasta el momento haya podido dar con sus antecedentes de forma fidedigna.
Así, San Ángel es un curioso lugar en el que nadie sabe adónde fue a parar el santo que le da su nombre. Es sorprendente cómo se ha perdido en el tiempo lo que representó, y resulta triste constatar que se ha borrado de la memoria de su comunidad sin dejar ni la más pequeña impresión de su paso por la villa.
Como podemos observar, esta pequeña porción de la ciudad de México está llena de recuerdos, anécdotas y vivencias que han marcado con su huella indeleble lo más profundo de nuestro ser. Las más nostálgicas y añorables experiencias de mi vida se centran en este maravilloso lugar, por lo que puedo decir sin temor a equivocarme, que San Ángel es mucho más que un nombre: es un remanso de alegría en el agitado y turbulento río que nos arrastra en la vorágine interminable de la vida actual.
Este bello rincón colonial de la muy noble y leal ciudad de México carecía prácticamente de importancia antes de la conquista y sólo empieza a ser reconocido durante la colonia, cuando Hernán Cortés bautiza al indio Iztolinque como “don Juan el de Coyoacán” y le regala los terrenos correspondientes al lugar que nos ocupa.
Poco a poco se fueron construyendo villas que casi siempre eran de veraneo, ya que el viaje desde la ciudad era largo y fatigoso, cosa que lo hacía por demás interesante y de gran emoción pero, por ello mismo, no fue frecuente.
En el centro de San Ángel, a un costado de la casa del Risco, que fuera propiedad nada menos que de don Isidro Fabela, se encuentra todavía la residencia del obispo Lamadrid, a quien le tocó en suerte realizar en su tiempo la obra de construcción del pequeño y nada suntuoso Convento de San Jacinto, anterior al del Carmen y posterior al de San Juan Bautista de Coyoacán.
Buscando afanosamente en el rincón de mis recuerdos (crecí en ese bello lugar), descubrí que San Ángel cuenta con muchos sitios llenos de misterios y leyendas: la casa de los condes de Oplaca o “casa blanca”, la del mayorazgo de Fagoaga, ubicada en la “auténtica” calle de la Amargura; la ya mencionada casa del Risco, lugar de verbena semanal, debido a que cada ocho días se lleva a cabo el famoso “bazar del sábado”, donde se reúnen los más connotados artistas y artesanos de México, para vender sus obras de gran labor y belleza; la ex hacienda de Goycoechea, que hoy es el conocido restaurante San Ángel Inn; El Zacatito donde, según me cuentan, bajaban los arrieros y dejaban amarradas sus recuas de mulas y burros; la casa del Árbol, en el cruce entre Hidalgo y Juárez, frente a la también famosa casa de los Licenciados, que cuenta en la entrada con un siempre bien cuidado jardín y, en esa misma esquina, una majestuosa residencia que en alguna época fue el manicomio adonde las familias adineradas acostumbraban enviar hasta su recuperación a los parientes que tenías algún padecimiento (mientras que a sus amistades les decían que andaban por Europa...); la casa de la Dinamita; la de la Muerte; la de los Delfines, ignoro por qué; la de los Espantos, en la esquina formada por las calles Insurgentes y Avenida de La Paz, que por muchos años estuvo abandonada y actualmente alberga al Sanborns y La Carreta; en fin, un sinnúmero de edificaciones de una gran prestancia y tradición.
El Convento de San Jacinto fue construido pro la orden de los dominicos, quienes veneraban al Santo Angelo, mismo que desde entonces da nombre a la localidad. Tiempo después –nadie sabe cuando- se le cambia la advocación a San Jacinto y la gente del pueblo decide llamar a aquel lugar San Jacinto Tenanitla. Más adelante se construye muy cerca el Convento del Carmen, por la orden de los carmelitas descalzos. Cuentan que al ser terminado, un dama de la localidad, entusiasta benefactora de la edificación del mencionado convento, ardía en deseos de conocer por dentro el flamante lugar, pero no contaba con que en los reglamentos se estipulaba categóricamente que “nunca una mujer podría poner sus pies en el suelo de un desierto” (nombre que recibían los conventos en aquella época), hasta que a uno de los frailes se le ocurrió la peregrina idea de construir un palanquín y sobre él transportar a la dama, con lo cual se cumplió al pie de la letra lo establecido por el estatuto conventual.
Con el correr de los años, este recinto llegó a ser célebre, entre otras cosas por su huerta, generosamente irrigada por el río de la Magdalena, que baja de Contreras desde lo que hoy conocemos como los Dinamos, con sus dos bellas cascadas: Loreto y Tizapan, donde crecían todos los frutos imaginables que en ellas se sembraran.
En San Ángel se celebra anualmente y desde tiempos remotos la Feria de las Flores, cada mes de marzo, con la invariable participación de los mejores floristas de México. En la actualidad ya no se lleva a cabo en el jardín y plaza de San Jacinto, sino en el antiguo parque de la Bombilla donde se encuentra el monumento a Obregón. Recuerdo que siempre ganaban las orquídeas del señor Matsumoto, un verdadero agasajo para los ojos de quienes tenían el placer de contemplarlas. Lamentablemente, con el tiempo esa bella tradición ha desaparecido y con ella la regia forma de clausurarla, que era el impactante “jueves de las amapolas”: desde lo alto del coro de la iglesia del Convento del Carmen, dejaban caer un sinfín de pétalos de amapolas que, con sus más diversos colores, semejaban una cascada multicolor interminable. Para regocijo de las personas enamoradas del lugar, algunas tradiciones han resurgido y esta vez espero que para no desaparecer jamás.
En la misma plaza de San Jacinto existe una placa conmemorativa dedicada al heroico Batallón de San Patricio, un grupo de irlandeses que vino a luchar junto a los estadounidenses y en contra de los mexicanos: pero acabaron combatiendo a los “gringos” al comprender y simpatizar con la justa causa de nuestro pueblo. Fueron capturados y ejecutados allí. Asimismo, se habla de una memorable batalla librada en esos lares que fueron férreamente defendidos por el general Frontera –a quien se le dedicó una calle en esta villa--, mientras que en una loma cercana, ese extraño personaje que fue don Antonio López de Santa Anna contemplaba la escena sin intentar siquiera intervenir.
San Ángel ha sido repetidamente utilizado como set cinematográfico y en él se han filmado toda clase de películas, en las que han participado desde simples extras hasta las más grandes glorias del cine nacional: Pedro Infante, Jorge Negrete, Pedro Armendáriz, Sara García, Silvia Pinal, los hermanos Soler, Joaquín Pardave, Mauricio Garcés, Enrique Rocha, María Félix y otros.
Todo en San Ángel invita al ensueño del redescubrimiento, ya que existen bucólicos rincones de gran belleza colonial, así como atracciones de todo tipo: las momias del interior del Convento del Carmen, la Ermita del Secreto en la calle del mismo nombre, los vistosos puentes que aún quedan en la que fuera calle del Río Magdalena, así como hermosas plazoletas y jardines con fuentes y flores multicolores.
En aquella época de mi niñez y juventud, en un radio de tres cuadras a la redonda encontrábamos de todo; desde ropa y artículos para bebé hasta funerarias con panteón; también mercados, escuelas, fábricas de papel, estaciones de tranvía, la famosa tienda de abarrotes llamada La Camelia (en la actualidad es un concurrido restaurante de mariscos), sitios de taxi, además de tianguis y fondas.
Había también varia salas de exhibición cinematográfica que creo ya no existen, excepto el vetusto inmueble que alguna vez albergara al siempre bien recordado cine Ideal (o “Piojito” o “Cinco Letras”, si es que usted lo conoció y pudo disfrutar de las grandiosas producciones que allí se pasaron). Y qué decir de los billares, en los que todos los compañeros de la Prepa conocimos los increíbles secretos del denominado “juego de príncipes”.
No puedo dejar de nombrar a don Crispín, último sobreviviente de los boleros de antes, quien desde hace 55 años cumple fielmente con su diaria labor. Con mucho orgullo dice quien lo inquiere que “sólo desea seguir sirviendo a los parroquianos, un poquito más”.
BUENO, PERO ¿Y DONDE ESTA SAN ANGEL?
Obviamente, quienes fundaron el pueblo veneraban al santo Ángelo. Incluso en un papel explicativo obtenido en la oficina de la iglesia se lee que fue dedicada a ese mártir. Pero, ¿quién fue?, ¿dónde se le veneró?, ¿dónde se encuentra actualmente?
Acudí en primera instancia a la iglesia de San Jacinto, donde supuse que podría obtener alguna información al respecto; más tarde seguí mi búsqueda en la biblioteca. Solamente encontré que se celebra el 10de octubre y que es, al parecer, “uno de los 318 mártires de Colonia” o “uno de los franciscanos mártires de Ceuta”. Según elMás antiguo calendario de Galvány elGran diccionario enciclopédico visual, San Ángel fue un religioso carmelita, mártir en Sicilia (1185-1220). He continuado mi labor de búsqueda sin que hasta el momento haya podido dar con sus antecedentes de forma fidedigna.
Así, San Ángel es un curioso lugar en el que nadie sabe adónde fue a parar el santo que le da su nombre. Es sorprendente cómo se ha perdido en el tiempo lo que representó, y resulta triste constatar que se ha borrado de la memoria de su comunidad sin dejar ni la más pequeña impresión de su paso por la villa.
Como podemos observar, esta pequeña porción de la ciudad de México está llena de recuerdos, anécdotas y vivencias que han marcado con su huella indeleble lo más profundo de nuestro ser. Las más nostálgicas y añorables experiencias de mi vida se centran en este maravilloso lugar, por lo que puedo decir sin temor a equivocarme, que San Ángel es mucho más que un nombre: es un remanso de alegría en el agitado y turbulento río que nos arrastra en la vorágine interminable de la vida actual.
EL BARRIO DE LA CONDESA
La Colonia Condesa se ubica en la zona centro de la Ciudad de México, pertenece a la Delegación Cuauhtémoc. Lo que comúnmente los capitalinos y visitantes conocen como "La Condesa" es realmente el área comprendida por tres colonias: Condesa, Hipódromo e Hipódromo Condesa. Se le conoce como el Soho de la Ciudad de México por la cantidad de cafés, librerías y restaurantes, galerías de arte y boutiques que tiene, y también por la vida cultural y nocturna del lugar. con excepción de la calle de Amsterdam (que conserva el trazo original del desaparecido hipódromo), la nomenclatura de sus calles es semejante a la de la Colonia Roma, ya que también llevan el nombre de ciudades y estados de la República Mexicana.
En la época de la colonia, entre el pueblo de Romita (Santa María Aztacoalco) y el de Tacubaya se ubicó la hacienda de Santa María del Arenal, la cual pasó por varios dueños hasta el año de 1704, cuando fue adquirida por la familia de la Condesa de Miravalle, Doña María Magdalena Dávalos de Bracamonte y Orozco, de cuyo título toma el nombre.
El desarrollo comenzó al iniciar el siglo XX, cuando se fraccionó una pequeña parte ubicada al norte de la hacienda, entre la colonia Roma, el antiguo casco de la hacienda y el acueducto de Chapultepec, donde se ubicaba una avenida arbolada con grandes fresnos que diera origen a la Avenida Oaxaca. En los terrenos ubicados al sur de la colonia, cuyos límites corresponden actualmente a la Avenida Álvaro Obregón al norte, Avenida Nuevo León al Sur, José Vasconcelos al Oeste y la Avenida de los Insurgentes al Oeste.
El Jockey Club de México, que tenía su sede en la Actual Casa del Lago de Chapultepec, construyó un hipódromo, mismo que operó hasta la década de 1920. El Casco de la hacienda pasó a manos de la Familia Escandón quien le dio su aspecto original y actualmente funciona como sede de la embajada de Rusia en México.
Al terminar la Revolución Mexicana y ante la demanda de espacios urbanos como consecuencia de la expansión de la ciudad, la Compañía Fraccionadora y Constructora de la Condesa, S.A. decidió fraccionar los terrenos del hipódromo, a lo cual encargaron el diseño del nuevo fraccionamiento al artista José Luis Cuevas. La colonia fue dotada con amplios boulevares y camellones, glorietas, fuentes y dos grandes parques, el Parque España, y el Parque México, cuyo nombre original eraGeneral San Martín ubicado en el centro de la colonia. Se respetó parte del trazo del antiguo hipódromo, que dio origen a la Avenida Amsterdam y se caracteriza por su trazo elíptico. Lo anterior hace que el espacio asignado de áreas verdes sea casi del 40 por ciento de la superficie total de la colonia. Esto provocó que, en su momento fuera uno de los espacios atractivos para vivir.
Desde su fundación, en 1927, fue el asiento de la clase media y media alta de la ciudad, así como de varias comunidades extranjeras asentadas en la Ciudad de México, entre ellas destaca la española, la argentina, la alemana y la judía.
Entre los personajes famosos que han habitado en la colonia destacan Agustín Lara(cantautor), María Conesa (cantante), Mario Moreno "Cantinflas" (actor), Susana Alexander (actriz), Juan Soriano (artista plástico), Pilar Rioja (bailarina), Ruth D. Lechuga (antropóloga), Rosangela Balbo (actriz), Francisco Contreras (tenista).
Algunas construcciones creadas a principios del Siglo XX y que muestran un estilo neoclasico y ecléctico, se pueden observar en el límite norte de la colonia y cercanas a lo que era el casco de la hacienda.
En sus construcciones de corte moderno predomina el Art Decó, entre los que se encuentran buenos ejemplos como el Edificio Basurto y el mobiliario urbano diseñado para la Avenida Amsterdam, del Parque España y Parque México; en el segundo destacan sus bellas pérgolas y el auditorio al aire libre Charles Lindbergh. Aquí fue que pase mis años de infancia cobijado por el hermoso paisaje arbolado, el lago artificial llamado de Los Patos. En la esquina que forma Av. México y Sonora estaba el local de Don Hilario, quien alquilaba bicicletas, desde triciclos hasta bicicletas rodada 28.
Cuenta también con edificios de departamentos que se construyeron bajo el estilofuncionalista, que semejan grandes barcos varados, entre los que destacan los ubicados frente a La Avenida de los Insurgentes. Muchas de las casas habitación conservan el estilo, entre los edificios que se construyeron en éste estilo destaca la Parroquia de la colonia, dedicada a Santa Rosa de Lima y el Conjunto Mazatlán.
Después del terremoto de 1985 que provocó en parte un despoblamiento de la zona, y en consecuencia el deterioro sufrido por algunos edificios, así como del hundimiento que presenta por las características del suelo del Valle de México, la colonia condesa vive un renacimiento.
Debido a que concentra un buen número de restaurantes, librerías y cafés (los cuales en los últimos años y al estilo de los de París comenzaron a ocupar las anchas banquetas), también galerías de arte, boutiques de moda y centros culturales; así como de áreas verdes y, por su patrimonio arquitectónico, la Colonia Condesaatrae a personas de varios puntos de la ciudad, así también tanto a turistas nacionales como a extranjeros, que buscan el ambiente y vida del lugar.
Ha sufrido un boom inmobiliario desde finales de la década de los años 90 del siglo XX, caracterizado por la construcción de edificios de departamentos tipo loft y de corte moderno. Así también se pueden dar buenos ejemplos de adaptación y restauración como el Centro Cultural Bella Época, que alberga la librería Rosario Castellanos.
En el 2002, la colonia Condesa celebró su primer centenario de vida.
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