domingo, 15 de febrero de 2009
Centro de la Ciudad de México - Primera parte -
El Centro de la Ciudad de México, cuya riqueza monumental, historica y cultural lo distingue como uno de los más extarordinarios del mundo. Le llamamos así simplemente El Centro a esta zona de la ciudad porque en este lugar que era una pequeña isla, se encontró; según la leyenda mexica, el emblema -, una águla deborando una serpeinte -, para fundar un centro ceremonial simbolo del nacimento de una cultura y de la gran ciudad de Tenochtitlan. Fundada en 1325 en una zona lacuestre con cinco lagos. Este asentamiento fue sobre el agua con el sietema de chinampas como las que todavía perduran en Xochimilco, y durante los primeros años del siglo XVI se consolidó como la principal metrópoli de Mesoamérica.
En 1982, un trabajador de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro encontró una enorme piedra redonda con la escultura de la Coyohxauqui, lo que motivó el resurgimiento de los vestigios del templo principal de los aztecas dedicado a Huitzilopochtli y Tláloc. Basta caminar por el Templo Mayor y por su Museo adjunto para imaginar la grandeza de la ciudad que maravillara a Hernán Cortés y sus huestes, y dejara sin habla a Bernal Díaz del Castillo, como lo escribe en su Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España:
[...] y desde que vimos tantas ciudades y valles poblados en el agua y en la tierra firme y otras grandes poblaciones y aquella calzada tan derecha y por nivel como iba México, nos quedamos admirados y decíamos que parecía a las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís, por las grandes torres y edificios que tenían dentro del agua y todos de cal y canto y aun algunos de nuestros soldados decían que si aquello que veían si era entre sueños y no es de maravillar que yo escriba aquí de esta manera, porque hay mucho que ponderar en ello.
En 1521 Cortés conquistó México-Tenochtitlán, tras un cerco dramático y poco a poco la ciudad fue desecada para facilitar el paso de los caballos y la construcción de los palacios. Se conservaron las calzadas que daban acceso a la isla desde tierra firme. Algunos de sus canales, que perduraron en el trazo que se dio a la nueva ciudad donde las calzadas de Tenayuca, hoy Vallejo; Tlacopan, hoy México-Tacuba; Iztapalapa, hoy Tlalpan, y Tepeyac, hoy Calzada de los Misterios, eran testimonio de un pasado glorioso.
En los años posteriores a la Conquista, la ciudad se convirtió en un importante eje económico y el centro albergó mercados a los que la gente acudía a comprar los artículos que necesitaba. El más importante fue el de la plaza del Volador, frente a la Real Universidad de México. También fue construido El Parían, llamado así porque se parecía al mercado del mismo nombre en Manila, Filipinas, de donde procedía la mayor parte de las mercancías que ahí se vendían.
El primer fraccionamiento de la metrópoli tuvo su origen en el siglo xvi, cuando los conquistadores mantuvieron la división de la antigua México-Tenochtitlán en cuatro barrios que recibieron, antepuesto, nombre cristiano: San Juan Molotla, Santa María Tlaquechiucan, Sebastián Atzacoalco y San Pablo Teopan. Cada barrio tenía su templo y sus autoridades civiles y eclesiásticas. En la reconstrucción después de la Conquista, la ciudad también quedó dividida pero en dos: en el centro, se encontraba la parte española y, en la periferia, la indígena.
La ciudad de los conquistadores, sede del gobierno virreinal, funcionaba como una zona para la defensa de posibles levantamientos indígenas, y en ella se construyeron tanto residencias como edificios para la administración, que en 1629 sufrieron graves daños debido a la más grande inundación —el agua subió dos metros— que había padecido la ciudad desde el siglo XVI.
Con las piedras de los monumentos prehispánicos se edificaron muchos inmuebles como el Palacio Virreinal, el edificio más grande de la arquitectura colonial, que fue incendiado en 1692 durante un levantamiento popular, y tuvo que ser totalmente reconstruido con el nombre de Palacio Real. Después de la Independencia se denominó Palacio Nacional. En la Plaza Mayor, Hernán Cortés construyó un pequeño templo que con el correr del tiempo sufrió varias modificaciones hasta que fue demolido para edificar, siguiendo los planos del arquitecto Claudio de Arciniega, la Catedral Metropolitana. Esta magnífica construcción luce diferentes estilos arquitectónicos, debido a que en el transcurso de los años se le hicieron varios cambios. Su Altar de los Reyes es considerado una obra maestra del artista español Jerónimo de Balbás.
En la Plaza Mayor también fue construido el Antiguo Ayuntamiento, que en su inicio tenía, entre otros recintos, sala de acuerdos y de audiencia, capilla, sacristía y cárcel. Después se le añadieron una casa de moneda, fundición y carnicería, así como algunas habitaciones. Devastado por el fuego y el agua, el Antiguo Ayuntamiento fue reconstruido en el siglo xvm y modificado en el XIX y XX.
Al centro de aquella urbe, también fueron llegando los artesanos y comerciantes que se establecieron en las calles por especialidades: plateros, curtidores, talabarteros, sombrereros... De esta manera, durante el siglo XVI se inició la construcción de la Ciudad de México, que volvió a rehacerse en el siglo XVII a causa de su deterioro por las inundaciones y por algunos incendios. Sin embargo, fue hasta el siglo xvín cuando floreció la arquitectura colonial gracias al auge económico de sus habitantes, quienes realizaron grandes construcciones y reconstruyeron los edificios dañados.
De esa época datan los palacios privados, entre los que sobresalen la Casa de los Azulejos, de los Condes del Valle de Orizaba; la Casa de don José de la Borda, que ocupaba la manzana de Francisco I. Madero, Bolívar, 16 de Septiembre y Motolinía, y que fue dividida en diversas ocasiones para alojar comercios y empresas como el Salón Rojo y el Cine Rex o el ahora Museo Serfín; el magnífico Palacio de los Condes de Calimaya, que ahora ocupa el Museo de la Ciudad de México; el Palacio de Iturbide, antigua propiedad del marqués de Jaral de Berrio, ahora ocupado por Fomento Cultural Banamex; la casa de los condes de San Mateo de Valparaíso, en la esquina de Venustiano Carranza e Isabel la Católica, sede del Banco Nacional de México, y la casa de los condes de Heras y Soto, en República de Chile 8, donde se encuentran el Consejo del Centro Histórico, el Archivo Histórico de la Ciudad de México y el Fideicomiso de la Ciudad de México.
En el siglo xvni se construyó el Jardín Botánico de Palacio Nacional y el desagüe de la ciudad, así como algunas facultades de la Real Universidad de México por cuyas aulas pasaron escritores de la talla de Carlos de Sigüenza y Góngora y Juan Ruiz de Alarcón.
La universidad virreinal aparece en litografías y planos de los siglos xvi en la esquina de Seminario y Moneda, y en los del siglo xvn frente a la plaza del Volador, a un costado de Palacio Nacional. Al construirse el Conservatorio de Música y Declamación, el Palacio de Minería, la Escuela de Ingenieros, la Escuela de Jurisprudencia, la Escuela de Bellas Artes, la Escuela Preparatoria y la Escuela de Medicina (en lo que fuera el Palacio de la Inquisición), la Universidad comenzó a extenderse por el Centre Histórico, al grado que muy pronto comenzó a hablarse del "barrio universitario", que culminaría su expansión cuando la Secretaría de Educación Pública, en la segunda década del siglo xx, se instaló en lo que fuera el antiguo convento de La Encarnación (República de Argentina) y en la Antigua Aduana de la ciudad (República de Brasil).
(Contiunua...)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario