sábado, 9 de agosto de 2008

LA RIVERA MAYA.

La Riviera Maya

YUCATAN

Erigida sobre las ruinas de una antigua ciudad maya llamada T'ho y considerada el centro del univer¬so en su cosmolo¬gía. Cuenta la leyenda que, en una época sin memoria, habitaba en el reino de las aves de la tierra maya un pájaro de plumaje brillante y colorido llamado Toh. Sin embargo, su fama lo volvió tan orgulloso como holgazán, por eso pasaba el día descansando en la selva, contando historias y enviando a otros pájaros a conseguirle alimento.

Un día, una gran tormenta amenazó la selva y todos los pájaros trabajaron unidos para superarla. Claro que el aristócrata Toh no quiso apoyarlos, y se escondió dentro de un cenote, dejando su cola afuera sin notarlo. Las aves iban y venían, cargando alimento y ramas para su refugio, pisando en ocasiones la cola del Toh. Cuando al fin pasó la tormenta y el Toh regresó con el resto a bien venir el sol, ubicándose en el sitio más alto para denotar su belleza, todos los pájaros comenzaron a reír de las dos largas varas desnudas que ahora tenía como cola. El Toh no soportó la humillación y se alejó; se internó en lo más profundo de la selva y habitó en los cenotes -1 para evitar a las otras aves desde entonces.

La tarde sucumbía ante la penumbra que antecede a la noche, el místico lugar rodeado de inmensas estalactitas y guarecido por enormes Ceibas - La Ceiba era considerado un árbol sagrado, según la cosmovisión de estos pueblos indígenas, La Ceiba o Yaaxché, como le llaman en el idioma maya, el universo está estructurado de tres planos, los cuales se comunican a través de la Ceiba sagrada - y árboles de Ramón, que los mayas lo útilizaban para alimentarse de su fruto una especie de nuez. No fue sino tras un mínimo instante que el cielo se cubrió de aves tornasolada llegando de la nada con insectos en el pico, abalanzándose al interior del cenote. Éste era el pájaro' regalaba un estampa perenne en aquella primera visita al estado de Yucatán, la insignia de un destino atiborrado de presupuestos, aunque mucho más abundante de lo que se suele ceder.

Merida en domingo

La muy noble y leal ciudad de Mérida es el epicentro de un estado donde las cosas cambian rápido y, simultáneamente, no lo hacen en lo absoluto. Puerta de entrada y base de descubrimiento excepcional, una fiesta continua se vive en las calles de su centro histórico.

Más allá de las bellas mansiones y museos que los Paseos Montejo y Colón presentan al visitante, están los secretos ocultos de su plaza principal. Las historias de sus cafeterías. De los túneles cavados por feligreses para que las monjas reclusas en uno y otro monasterio de la ciudad pudiesen andar de ida y vuelta a la catedral sin interactuar. El arte de sus guayaberas hechas casi con tantas piezas como estados en nuestra república mexicana. Cada una cumple su función, pero en su conjunto otorgan la experiencia más adecuada para dichas latitudes.

Mérida es tardes paseando en la plaza, comiendo una y otra cosa. Un helado de coco o una marquesita de queso de bola antes de sentarse en su restaurante Los Almendros a ver pasar el tiempo y deleitarse con sus tradiciones. Igual es casa de expatriados como de poetas, de arqueólogos subacuáticos e inmigrantes in¬dígenas. A todos nos acoge con sus casonas ensanchadas y sus calles estrechas y pedregosas. A todos, sin distinción, está tierra nos toca el corazón.

La urbe se reconoce fundada en 1542 por Francisco de Montejo sobre los restos de la que fue una orgullosa metrópoli conocida como T'ho. Los antiguos mayas la llamaron así, "El Sitio del Quinto Punto", por considerarla en su cosmología el centro mismo del universo. Allí, en el lugar donde las cuatro direcciones cardinales convergían, ahora lo hace el fecundo capitalismo. Donde se erigieran grandes templos mayas y palacios coloniales, hoy día toman su lugar restaurantes de comida internacional, hoteles y tiendas con productos de la región para no dejar de bien venir a propios y extraños a la Ciudad Blanca, un título que tanto trabajo le cuesta mantener a la cuadrilla de barrenderos que dedica la noche entera para consagrarlo.

Pueblos mágicos

A mitad de camino entre Mérida y Cancún se encuentra Valladolid, una de las joyas coloniales del estado. Inicialmente fue la ciudad maya de Zací, desarrollada alrededor del cenote homónimo, donde se llevaban a cabo importantes ceremonias mayas y hoy los jóvenes practican clavados como sus semejantes en La Quebrada acapulqueña. Pero en 1543 fue atacada por Francisco de Montejo y gobernada varios años después por su joven e inculto sobrino, quien encontró una reacia y orgullosa población maya. Por ello mandó edificar imponentes iglesias y conventos entre suntuosas calles empedradas y jardines, y así buscar la aceptación a través de la imposición.

El poblado de Valladolid es uno de los más orgu¬llosos del estado. Con magníficos monasterios, catedrales y ba¬rrios coloniales, .pero sobretodo e! recuerdo del pasado maya que aún vive entre sus calles y mercados. Además de una agradable comida uno puede descubrir sitios espectaculares como la iglesia de San Bernardino de Siena, erigida sobre un templo maya, y la catedral de San Gervasio, que ahora está rodeada de jardines y calles repletas de mercados de flores y artesanías. Claro que como el espíritu maya nunca decreció, aun cuando el joven Pizarra buscase sustituir instituciones dio paso a la confabulación de la "Guerra de las Castas" que restituyó el orgullo indígena en la región. Por ello, Valladolid es una experiencia única de encuentro con un pasado que afortunadamente no ha terminado de pasar.

De estos pueblo mágicos que dan a Yucatán sus historias particulares hay otro que siempre quise visitar. Allí, donde se encuentran los caminos, está Izamal, el pueblo de los sobrenombres. Y me refiero así de esta hermosa locación milenaria ya que es conocida como La Ciudad Amarilla por sus casonas y conventos de tal color, o también como El Pueblo de los Artistas por la gran cantidad de artistas expatriados, talleres y tenderos con artesanías regionales. No puedo dejar de mencionar que es conocida también como La Ciudad de las Tres Culturas, por la convergencia entre mayas, mestizos y españoles que se dio allí de manera casi armónica, y hasta como La Ciudad en las Colinas por inspiración maya, aunque la península dista mucho de tener siquiera un montículo lo suficientemente alto como para llamarle colina. Lo cierto es que, sin importar el título que ostente, la experiencia fue total y satisfactoria para cada predisposición.
Resulta agradable un paseo en calandria al igual que la visita del Convento de San Antonio de Padua, un sitio tan inmaculado que ameritó una visita papal en el año de 1983. También hallé diversas ruinas de templos mayas esparcidas en la localidad, y algunas de ellas como Kinich Kakmó aún denotan el esplendor arquitectónico de los habitantes originarios de la región.

Recuerdos del pasado

El primer sitio arqueológico de Yucatán que debe ser visitado es Chichén Itzá, epicentro del gran tablero maya de ciudades-estado sobre toda la península. Chichén ítzá es el recinto arqueo¬lógico más carac¬terístico y enig¬mático de México, un espacio sacro destinado a propi¬ciar la relación entre los dioses, la naturaleza y sus habitantes. Durante los equinoccios, las sombras que proyecta la estructura geométrica en la escalinata norte del templo de Kukulcán, en Chichén Itzá, hacen el efecto de una serpiente ondulante.


Otro sitio arqueológico glorioso es Uxmal. Que es parte de la llamada Ruta Puuc. Ésta es una sucesión de ciudades como Kabah, Labná Sayil y otras más que pueden visitarse en uno o dos días. Sin embargo Uxmal, la "tres veces construida", es uno de los sitio más bellos del país. Llegó a ser capital durante el Clásico tardío, pues albergó a más de 25 mil habitantes, y denota la maestría decorativa que alcanzaron los mayas antes de su declive. Su estructura predilecta es La Pirámide del Mago y de acuerdo con la leyenda, el templo de 35 metros de altura fue construido en una sola noche por los chaneques. El gobernante de Uxmal tomó la leyenda como un reto, y se dedicó a erigir edificios en torno para rivalizar con su belleza. Uno de ellos es la Gran Pirámide, culminada con el templo de los pe¬ricos y el trono del dios de la lluvia Chac. De su cima se aprecian las más hermosas vistas de la ciudad sumergida en el verdor de la selva, con plazas y palacios como el del Gobernador, construido en tres etapas desde el 1000 a.c, que es considerado el más fino ejemplo arquitectónico de las culturas prehispánicas en todo Mesoamérica.

No hay comentarios: